Livio Andronico, un griego muy romano

Aquí todavía tenía
cara de vida de
esclavo...
Lucius Livius Andronicus fue el nombre que adoptó este esclavo de origen griego -nótese que su cognomen proviene del griego Andronikós- cuando fue liberado por su patrón (dominus) y pudo comenzar a vivir como un liberto.

Parece ser que su vida comienza alrededor del año 284 a.C. y las fuentes de la época apuntan a que pudo nacer en la colonia griega de Τάρας (Tarento), en la Magna Grecia, que después conquistó Roma en el año 272 a.C. y sometió a sus ciudadanos como prisioneros de guerra. De ahí que fuera hecho esclavo.

Su servicio lo ejerció educando a los hijos de un tal Lucio Livio Salinator, a quienes enseñó griego y latín y, como pudo ser una persona cultivada, el resto de conocimientos hasta que acabara la edad de los niños de ser educados.

Después de estos años, su patrono lo liberó, adoptó su nombre y fundó una escuela para la educación de los patricios romanos, que tenían tanto dinero como ganas de aprender las letras y costumbres griegas. Sin embargo, además de enseñarles los textos de autores griegos consagrados, empleaba un texto suyo propio para enseñar latín, la Odusia, que hemos conocido en una entrada anterior.

Por su trabajo y por su obra, con la que iba ganando fama de poeta y hombre cultivado, los ediles recurrieron a él para representar en Roma el primer drama y la primera comedia escritas en latín alrededor del 240 a.C. 

Horacio lo tenía claro.
Por eso, Cicerón y otros autores lo consideran el padre del teatro latino y nos cuentan que escribió, además, un himno a Juno alrededor del año 207 a.C., cuando Cartago tenía contra las cuerdas al poder militar de Roma y se pretendía alabar a la diosa para que los ayudara a rechazar el peligro

Su muerte tuvo que ocurrir entre este año y el 200 a.C., ya que por aquel entonces, el poeta encargado de escribir el himno fue Licinio Tégula.

Aunque parezca que no, puesto que su obra se ha perdido con el paso del tiempo, fue extremadamente importante porque supo crear, basándose en modelos griegos, supo crear una expresión poética en latín muy del gusto de sus contemporáneos.

Es por eso que su obra se siguió leyendo y estudiando en la escuela y se conoció hasta entrado el siglo III d.C. Sin embargo, pues todo hay que decirlo, Cicerón censuraba ampliamente el estilo del poeta y Horacio le dedicó unas cuantas lindezas en su obra, en las que decía que haberlo estudiado en su escuela le había supuesto un suplicio.

Fuentes:

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