Edad Media: características del Clero


Ya hemos dicho más de una vez que las sociedades se dividen en niveles y que, en concreto, en la Edad Media se dividen en Estamentos.

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A estos estamentos se pertenecía por nacimiento, no se accedía a ellos por poderío económico o por otros medios. Nada podía cambiar eso y, por tanto, tu status social era inmutable.

De esta manera, la sociedad se dividía según estamentos más o menos privilegiados. Esto es, se tenían más o menos privilegios según el estamento al que se perteneciera. El modelo económico –el feudalismo-, los jueces y las leyes y la Iglesia ayudaban a manejar y mantener este modelo.

De los tres estamentos de la Edad Media, hoy hablaremos del clero.

Etimología


La historia de esta palabra es larga y complicada y se remonta incluso al indoeuropeo. Sin embargo, el primer uso claro lo tenemos en el griego antiguo y el vocablo κλῆρος, donde significa un objeto pequeño con el que se realiza un sorteo.

Lo interesante comienza con la llegada al cristianismo y el latín cristiano, pues comienza a designar el llamado “beneficio eclesiástico”, es decir, el territorio que se reserva a un monasterio o iglesia y regido por un sacerdote.

Al final, acabaría designando al mismo cargo que administraba el territorio y encontraríamos “clerus” para normbrar a la comunidad del Clero y “clericus” para nombrar al sacerdote.

Guías espirituales y de la cultura


En su origen, el clero se dedica a mantener los rituales religiosos y las tradiciones cristianas. Vela por las almas y por la salvación de la sociedad en general y administra los sacramentos. En una sociedad llena de analfabetismo y con la comida y el dinero acaparados por la nobleza, el campesinado se refugiará en la promesa de la Iglesia y la religión para su salvación.

A causa de su función social, se les suele conocer como oratores,- “los que hacen la horación”-, en contraposición a la nobleza o los bellatores –“los que hacen la guerra”-.

Otra de las grandes funciones del clero fue la de la conservación de la cultura. Los hombres de Iglesia sabían leer, escribir, latín, griego… Y, gracias a poseer grandes espacios destinados a biblioteca y scriptorium en sus monasterios, poco a poco se fueron haciendo con una inmensísima cantidad de libros y pergaminos por compra, donación o regalo.

Una de las grandes maneras de conservar y transmitir la cultura fue la traducción y la copia. Estas copias se hacían a mano con ricos dibujos y cuidada caligrafía, además de tapas que soportaran las inclemencias del tiempo.

Privilegios


Como hombres al cuidado de las almas de la sociedad, el clero tenía privilegios con la idea de que se dedicaran única y exclusivamente a tu tarea de velar por las almas.

Entre otros privilegios, destacan:
  • Recibir donaciones de tierras y bienes por parte del rey y de los nobles.
  • Ejercer puestos administrativos en la corte.
  • No pagar impuestos.
  • Derecho y tribunales propios (Canónicos).

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