Arte, religión y Edad Media


Mucho hemos hablado ya sobre la Edad Media en este blog (lee más aquí) y, por suerte o por desgracia, aún nos queda mucho que hablar sobre ella. Gracias a ello, podemos hacernos mínimamente una idea de todo lo que ocurría en aquella época, que podemos resumir de esta manera:

Es una época que abarca casi mil años –desde el s. V al s. XV-, es una época en la que el modelo productivo era el feudal –la sociedad se jerarquizaba según relaciones de vasallaje y de privilegios-, el teocentrismo era el modo de pensamiento de la sociedad en general y la religión y la Iglesia, por tanto, dominaban la vida diaria de la gente.

Puedes leer más aquí sobre las épocas de la Edad Media, aquí sobre el feudalismo y aquí sobre el teocentrismo.

Por todo esto, el arte que se producía en época medieval tiene unas características peculiares que vamos a tratar a continuación:

Religiosidad


Como ya hemos dicho, la Iglesia, la religión y el teocentrismo dominaban la vida diaria de las gentes en la Edad Media. Dios era el centro de todas las cosas y la doctrina y mentalidad cristianas (trabajo, sacrificio, evangelización, vida más allá de la muerte) empañaban todas y cada una de las obras de arte.

Puesto que la vida de una persona va a estar regida por la voluntad divina, y va a ser Dios mismo quien decida si todo me va a ir bien o todo me va a ir mal, es por eso que, en gran medida, los artistas se planteaban sus creaciones como una ofrenda a Dios para obtener su favor, su gracia o su perdón.

Igualmente, la Iglesia llegaba a todos y cada uno de los estamentos medievales, pero especialmente controlaba los superiores. Así, estaba presente en la corte, en la política y en el mundo de la cultura, por lo que legitimizaba su poder adornando sus lugares de culto con riquísimas obras de arte, como monasterios, basílicas e iglesias.

Poder


Como ya hemos dejado ver, el arte y la cultura se emplearon en la Edad Media como arma arrojadiza y como demostración de poder.

Por una parte, la posesión y la capacidad de pagar por una obra de arte hacía saber de la riqueza o el prestigio social que uno poseía. La posesión era testigo del poderío económico; el prestigio atestiguaba el hecho de merecer ser retratado o esculpido. Emperadores, reyes y nobles hacían gala de este tipo de arte muy a menudo.

La Iglesia, por otra parte, empleaba también el arte como demostración del poder religioso. No solo tenía el poder económico suficiente gracias al control de tierras y al ser beneficiaria de un porcentaje de los impuestos (diezmo) como para contratar artistas, sino que los mismos artistas regalaban piezas artísticas de su creación para buscar su beneplácito.

De esta manera, revestían santos y lugares eclesiásticos con ofrendas para adornar la imagen de Dios y legitimar su poder sobre la Tierra y la sociedad.

Didactismo


La pedagogía es otra de las características fundamentales del arte medieval.

El analfabetismo en la Edad Media era general y el pueblo, que suponía más de un 90% de la población, no sabía leer ni escribir. Es por ello que la transmisión de la cultura y las noticias se hacía a través de canciones, poesía, imágenes y esculturas.

La mayoría de este arte, por supuesto, estaba destinado a explicar la fe cristiana y sus dogmas y a extender el carácter moral y de servicio del cristianismo. De igual manera, los artistas se entregaban a ello con el ardor de servir a Dios y buscar la salvación mediante el arte.

En literatura se nota especialmente esta influencia, ya que los inicios de la literatura medieval y de la española en particular están marcados por obras esencialmente religiosas:


  • Literatura hagiográfica y religiosa: en ella se exponen las vidas de los santos para que se tomen como modelo o se toman leyendas religiosas para enseñar la doctrina cristiana (Los milagros de Nuestra Señora, Gonzalo de Berceo).
  • Poesía épica: de nuevo, se toma el héroe como modelo de comportamiento medieval, honorable y religioso (El cantar de Mio Cid).
  • Enxiemplos: exponen modelos educativos y morales a través de los cuentos (El conde Lucanor, Don Juan Manuel).

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